76 APUNTES bales, y así, su compañía la buscaban siempre sus amigos, seguros como estaban de que una conversación con el sabio jurista era un pipiripao espiritual.
El Viernes Santo de 1884 hallábase el doctor Zapata en una esquina de la Plaza de Bolívar, acompañado por el poeta Antonio José Restrepo, cuando salió de la Catedral la procesión del Santo Sepulcro.
El doctor Zapata, que era un hombre de muy buena educación, y como tal, sabía respetar las creencias extrañas, se descubrió inmediatamente, en lo cual lo imitó el doctor Restrepo.
Pusiéronse los dos amigos a ver pasar la procesión, y al pie del Santo Sepulcro, que llevaban algunos fieles, vieron a don Miguel Antonio Caro, que oraba fervorosamente, con dos o tres de los más distinguidos conservadores de Bogotá.
Una vez que hubo pasado la procesión, el doctor Zapata y el doctor Restrepo se cubrieron, y aquél le dijo a éste, sonriendo burlonamente. No cree usted que los conservadores, aunque son muy piadosos, se engañan a sí mismos. Por qué? le preguntó el doctor Restrepo. Hombre, basta ver a Caro y a los otros que con él iban rezando tan devotamente contesto el doctor Zapata. qué. preguntó el doctor Restrepo. Pues que los conservadores creen que los liberales creemos que ellos creen.