APUNTES 73 febrero, y lo hizo de 30 días cada cuatro años.
Al barajar los meses de 30 y de 31 días, otorgó 31 al séptimo mes y le dió su nombre, Julio, que aún conserva.
Los asuntos del calendario marcharon muy satisfactoriamente hasta que Augusto ascendió al trono y resolvió cambiar el nombre latino del octavo mes, que había sido Sextilis, por el suyo propio; y le birló a febrero un día con objeto de que Augustus (agosto) tuviera, igual que Julius, 31 días.
Así fue como febrero perdió dos días y desde entonces quedó, salvo en los años bisiestos, condenado a 28.
No obstante que el calendario de 12 meses elaborado bajo Julio César era el mejor hasta entonces, el año bisiesto Juliano resultó a la larga un poco inepto para nivelar las cosas. Hacia la mitad del siglo XVI, la primavera se presentó inopinadamente el 11, en vez del 21 de marzo.
El Papa Gregorio XIII se puso a remediar las cosas; el año de 1582 decretó que se saltaran diez días del calendario, y que al de octubre se le llamara 15 de octubre. También decretó que se olvidaran tres años bisiestos cada 400 años. Por esto 1900 no fue un año bisiesto, pero sí lo será el año 2000. Para que no sea fácil olvidar los años bisiestos, sólo tenemos que recordar que los años con que empieza un siglo