68 APUNTES rían el riesgo de morir de asfixia en la prisión de las gavetas. La radiofonía es una gran engullidora: absorbe y «eteriza» piezas teatrales, cuentos, reportajes, ensayos, poesías. Ah! pero que los escritores no se confíen mucho. Esas radiodifusiones que en el momento actual representan para él una carrera suplementaria a veces, y a veces complementaria, corre el inminente riesgo, según van las cosas, de ser la principal vía de expresión. Es muy posible que la mayoría de los escritores, dentro de muy poco, tengan serias dificultades para publicar lo que escriben, y que hayan de contentarse con «hablarlo» ante el micrófono. El escritor va a convertirse muy pronto en un trovador, como lo fue en la Edad Media, antes de la invención de la imprenta. Y, acaso, sentirá la fatiga de escribir y de preparar esa literatura destinada a volatilizarse en ruido. Se contentará entonces con la improvisación. qué importa se dirá qué importa. Así va a florecer un arte nuevo. El inventor de mitos, el propagador de ideas, en una palabra, el escritor de antaño sabrá adaptarse a las nuevas circunstancias y, como quiera que sea, conservará su sitio en el concierto de la inteligencia.
Pero, ay. es de temerse que ese sitio vaya siendo cada vez más pequeño. Con dolorosa sorpresa he ido hojeando documentos, datos concernientes a la radiodifusión del Estado. Son