52 APUNTES Los presidentes de la República no deben prodigarse a esos extremos. Don Ricardo Jiménez estableció esa práctica de darles al público y a los periodistas demasiadas satisfacciones. No perdonan ataque o puya. Todo lo contestan. Tienen que ocuparse con frecuencia en rebatir nonadas, simplezas, reparos sin importancia. el tiempo de un Presidente, de un Jefe de Estado, debe tener otro empleo. Mucho aprovecharía al país que su mandatario escribiera menos e hiciera más.
Por otra parte, es evidente que el prodigarse tiene grandes inconvenientes, aun cuando sea para defenderse de ataques injustificados. no creo que deba darse tanta personería a un periodista que siempre tendrá algo que decir en respuesta, sin lograr acallarlo ni convencerlo, pues encontrará material para nuevas impugnaciones que formular. Sus cargos carecerán, en el fondo, de importancia, pero a fuerza de abultarlos no faltarán ģentes que crean que se trata de pecados graves, cuando son simples faltas, no tanto del hombre que gobierna sino del sistema o de la costumbre establecidos para gobernar.
Por lo demás, el periodista sabe cargos que formula sólo tienen el efecto de crear una sensación para aprovecharse de ella. No podrá nunca referirse a lo que sí podría ser de alguna trascendencia en la vida institucional o en el orden mismo de los negocios públicos. Tendría que encararse con los intereses creados, con las más poderosas fuerzas de una reacción, y ello convertiría su actitud en un peligro de guerra constante y de esfuerzo superior a todas sus posibilidades. Por eso forzosamente tiene que acogerse a aquellos reparos de mínima importancia, por cosas que son herencia del pasado. enmudece ante tan graves faltas como es el hecho de que el Estado mantenga la Fábrica de Licores conque los