A U T ES 43 telar, republicano, adapta su vida a la monarquía.
Sagasta y Cánovas representan una ficción de antagonismo político. Don Jaime de Borbón, jefe del carlismo, presume de liberal. Todo esto es vana apariencia de la realidad nacional. Pero bajo la superficie serenada corren las dos Españas verdaderas, encrespadas, en dirección opuesta, respetando sus cauces pero esperando el momento de chocar.
La Monarquía pudo ser la clave del concierto de las dos energías antagónicas; de hecho lo fue bajo don Alfonso XII y bajo la reina Cristina, reyes constitucionales. Dejó de serlo cuando, al dar el poder no al dejárselo quitar a Primo de Rivera, la Constitución murió como ficción útil y se evaporó después en la dictadura. Quedaban al desnudo las dos energías auténticas.
Ya no cabía el concierto, sino la cara La dictadura fue el triunfo de la España mirando a la grandeza del pasado. Ahora, la República representa el desquite de la España orientada hacia el porvenir. los dos hombres representativos de la lucha son éstos y no los caudillos aparatosos. No en vano el nombre de don Marcelino ha salido en los años pasados del panteón sereno de los hombres ilustres en la ciencia, donde el que entra, entra de puntillas, para servir de enseña a todo un movimiento político. Hace pocas semanas un grupo de españoles de buena voluntad ha puO cruz.