20 APUNTES fianza. Ciertamente era alguien aquel hombre que tenía dos ambiciones supremas: llegar a ser primer ministro y ganar el Derby, y que supeditaba la primera ambición a la segunda. Le amaban también porque era impuntual, porque se rehusaba a vivir como un cronómetro, porque solía hundir en el bolsillo de su saco un despacho oficial importantísimo y lo encontraba, cerrado todavía, dos días después. Amábanle también por la antipatía que le inspiraban los buenos sentimientos, según lo hizo patente en la res.
puesta que dió a un orador que en el curso de cierta ceremonia declaró que aquél había sido el día más feliz de su vida. En cuanto a mí, el día más feliz de mi vida fue aquel en que mi cerdo obtuvo un premio en la feria de Skipton.
Pero, más que nada, lo amaban porque sabía ser aburrido. Nada más tranquilizador que saber cómo, tratándose de lord Hartington, podían estar absolutamente seguros de que jamás, en ningún caso, se mostraría ni brillante, ni sutil, ni sorprendente, ni apasionado. Mientras sentados escuchaban sus discursos que. todos lo sabían muy bien eran siempre absolutamente monótonos y llanos, podían comprobar siempre, al paladear la enormidad de su fastidio, que su confianza en aquel hombre era absolutamente legítima. Horror por todo lo que es ruidoso, y, en consecuencia, horror por lo grandilocuente.