10 APUNTES velas y de sus versos. algunos de los dedicados a la muerte de su hija, por ejemplo, de una ternura penetrante, como dichos. por una voz que velan las lágrimas; hay hechiceros movimientos de niño en algunos juegos de su ingenio; todo, en fin, menos la gracia desvergonzada, el cinismo desnudo, o la voluptuosidad latente. Decía Alejandro Dumas hijo, que él no podía encerrar el arte en los límites de lo que una niña de quince años no podía ver u oír sin ruborizarse; Víctor Hugo encerró el suyo. que comparado con el de Dumas es como el Himalaya junto a la colina de Montmartre dentro de esos límites estrechos. Fue casto como Virgilio, grandioso como Esquilo, sombrío como Dante, suave como Teócrito, desmesurado como Shakespeare, fecundo como Lope de Vega, titánicamente infantil como Homero.
Su canto fue ya como el de órgano sonoro en catedral inmensa, ya como el de flauta cristalina que se oyera a la media noche entre las olas del oceáno, ya como el de la guzla enamorada junto a morisco alcázar, ya como el de trompa de guerra en la batalla; pero siempre fue casto y puro. El león, el águila, el océano des.
greñado por la tormenta, el bosque lleno de mis.
terios, la montaña que rompe las nubes con la cresta, el torrente coronado de iris, el volcán con entrañas de fuego y penacho de humo, son las imágenes con que es lógico que nos represen