442 PUNTES los ciudadanos alentar a los que luchan por los intereses de la República.
Ya no es hora de que hablemos del asunto de límites; ya triunfó la intriga secundada por la incomprensión y la ligereza de juicio; ahora hay que pensar en las consecuencias de los sucesos acaecidos, y tratar de mitigar los resultados dañosos que pudieran sobrevenirnos. La conducta de los adversarios de los tratados tendrá dos secuelas: una interna y otra internacional.
Yo pienso que mientras en el gobierno de la República haya hombres sensatos, podemos ir, aunque entre escollos y con sacrificios y desvelos, que nadie mira ni agradece, esquivando peligrosos percances; pero en cuanto a lo interno, siento que, con no haberlo apoyado a usted decididamente la mayoría parlamentaria, la campaña populachera de los enemigos del tratado querrá sentar jurisprudencia en los anales de nuestra administración pública, en el sentido de que ya entre nosotros el tumulto es un elemento de gobierno. Esto es gravemente peligroso para el porvenir de la República; porque si la razón, que es luz, ha sido la guía de nuestros gobernantes, la pasión, que es torbellino, será el ímpetu ciego y desboca do que arrastre quién sabe a qué desastres las fuerzas culturales de la nación.
Particularmente, porque con sinceridad quiero a la juventud de mi país, he sentido la participación bulliciosa y aun comprometedora que