420 APUNTES a una improvisación suya, cuando apenas si tendría él unos veinte años.
Estaba Muñoz Londoño de jira por el río Porce, en compañía de unos amigos, y quisieron bañarse en el bellísimo río (o «tomar un baño. como escriben ciertos corresponsales por darlas de elegantes. Se desnudaron, y Muñoz Londoño, con toda naturalidad, colocó sobre sus ropas un crucifijo muy grande y un puñal pequeño, con empuñadura de plata, que llevaba en los bolsillos. Sus compañeros diéronse a admirar los dos objetos y, más que todo, a comentar el hecho de que dos cosas tan heterogéneas estuvieran sobre un mismo individuo. Roberto, ya fastidiado con los comentarios, les dijo. Si me prestan un lápiz y un papel, les digo por qué llevo siempre conmigo este crucifijo y este puñal.
Uno de sus compañeros, de apellido Cardona o Ríos, si mal no recuerdo, le prestó un lápiz y su libretín de bolsillo, y en este improvisó Muñoz Londoño los siguientes versos, que años después publicó complementados con otros: