404 APUNTES fusilados, después de absueltos por el Dios que sólo predico. Amáos los unos a los otros. Igual era la crueldad de los jefes cristinos.
Rodil mandaba quemar toda casa que hubiese ocupado Don Carlos, aunque el propietario de ella no hubiera podido rehusarla por miedo a ser fusilado. Cuando algún desdichado alcalde recibía una orden de requisición de víveres y no podía dar cumplimiento a ella, por haberse anticipado los carlistas, se le pasaba por las armas, e igual suerte le aguardaba si no informaba sobre el mo ento del ejército carlista; en cambio, si lo hacía, éste lo fusilaba por espía. En tales condiciones la neutralidad era imposible; había que afiliarse a uno de los dos bandos.
Las proclamas de Rodil decían. Destruid las vides, las cosechas, y quemad las casas, pues nuestra Graciosa Soberana desea que sean exterminadas y devastadas las provincias rebeldes. El epíteto de Graciosa en medio de palabras tan llenas de odio, resulta irónico, aunque sus adeptos así la consideraran a pesar de inspirar órdenes tan crueles.
En todas las latitudes y en todos los pueblos la guerra civil ha provocado siempre iguales horrores y excesos. Cada cual no ve en el adversario sino el traidor a la patria, digno de los mayores castigos, y tiene que correr mucha sangre para que se aplaquen los ánimos y sea posible la reconciliación nacional.