Elías Jiménez Rojas

APUNTES 389 APUNTES Muy honrosa referencia El señor Presidente de la República termina con el siguiente trozo un jugoso artículo publicado en el Diario de Costa Rica de 30 de agosto de 1938: en estas de la Etica, llegan, por distintos al mismo resultado.
otra semejanza observable entre las meestoica y cientista. Aunque los cientistas a Metafísica, la utilizan bajo la forma tesis: tales hipótesis son como una meevolutiva, que va mudando su aspecto nía con el progreso de las ciencias; enhipótesis hay una que se podría llamar cual es la de que las energías diversas en los cuerpos, sea la vida, la fuerza ción, la afinidad, la repulsión, la mateno son más que diversas formas de una rgía, teoría que se ha adoptado para ir las ideas y facilitar su manejo. Semestrina es la que alienta a los sabios que a reconstrucción de la célula, reconstrucamente química y que los vitalistas de nposible. El cientismo resulta, por conel Panteísmo más absoluto que se pueda lo cual constituye otro símil con la stoica: ambos admiten un Heguemonikon, pio animador único, pero se diferencian estoico sufre los efectos de ese prinamolda a él, mientras que el cientista a con el objeto de llegar un día a doamoldarlo al hombre: el determinismo entistas viene a ser en consecuencia una de progreso, mientras que el de los esresumidas cuentas, no es más que un optimista. ya para concluir no debo dejar sin respuesta la alusión que hace el señor Anderson a mi pequeña finca de Los Cartagos, cuando me dice que no me sentiría dispuesto a remover las cercas cuando así me lo demandara un inquieto vecino; y como mi actitud en la situación figurada por el señor Anderson sería la misma que adoptara el profesor don Elías Jiménez Rojas caso análogo, voy a reproducir la opinión del citado señor Jiménez, cuando se le interrogó acerca del proyecto de arreglo de límites con Panamá durante la tercera administración del Lic. don Ricardo Jiménez. Don Elías dijo así en La Tribuna del martes 12 de febrero de 1935. Hace 25 años que compré la finca urbana en que está mi casa de habitación. Supe después que el propietario de uno de los edificios lindantes, persona muchísimo más poderosa que yo en ese entonces, vivía disgustada, deseosa de cuadrar su terreno. Deshice el muro que nos separaba y lo rehice al gusto suyo. Perdí una faja de tierra, quedé en paz y me gané una valiosa amistad. Con el mismo criterio arreglaría yo, si me tocara hacerlo, la cuestión de límites