APUNTES 343 Estando Ortega en la adolescencia, en aquellos tiempos en que los padres de familia no les daban llave a sus hijos sino «de capitán para arriba. es decir, si ya contaban por lo menos veinticinco años, una noche lo convido a una función de teatro su amigo íntimo Antonio Caicedo, hijo del doctor José Caicedo Rojas, Eduardo recabó de su padre el permiso para quedarse un rato en la calle, con el fin de darse un filito de teatro.
El permiso le fue concedido; pero Ortega, con la alegría de aquella no esperada licencia, olvidó pedir que le dieran la llave, el único ejemplar que existía en la casa.
Cuando salieron del teatro los dos amigos, fueron a golpear a la casa de Ortega; pero nadie les abrió, por lo cual el señor Caicedo le dijo al poeta. Tienes que irte a dormir conmigo a mi casa.
Eduardo vacilo un momento, temeroso de la fraterna con que habría de recibirlo su padre al día siguiente; mas como no era cosa de quedarse bajo el cobijo de las estrellas, aceptó la invitación de Caicedo y se fué a dormir con él.
Al día siguiente, apenas se levantaron, le preguntó Caicedo a Ortega, con la galantería propia de esos tiempos y de esas gentes galantería que está llamada a desaparecer y a ser