342 APUNTES autoridades; nadie casi recordaba de él. tántos muertos. tántos que habían abandonado la aldea nativa para siempre! y don Ulises llegó y dijo. Al estallar la guerra yo era el tesorero de este municipio; el saldo en efectivo en la caja, a mi cargo, era este mismo, y aquí lo traigo. Ya esos billetes ni circulaban. Ese hombre no estuvo en la guerra. Aguantó hambres y penalidades, defendiendo su saldo. No parece verosímil que entre todos los que manejan fondos del erario público haya uno siquiera que pueda presentar la bella hoja de servicios de don Ulises Useche, el anciano y humilde tesorero de Natagaima, reelegido por todos los partidos para todas las épocas como un reconocimiento a su austeridad prócera. Tal como están hoy las cosas, bien puede aseverarse que don Ulises Useche, para quien desde aquí envío mi respetuoso apretón de manos, es el último abencerraje de la hidalguía oficial.
Una excusa peregrina. Parece que tirando del hilo de los recuerdos se viniera a la mente la madeja de las anécdotas de Eduardo Ortega; pues tan pronto como escribo una, acuden sus amigos y admiradores a contarme otras, porque el ingenio de aquel poeta era un venero inagotable.