APUNTES 331 El corazón de Diego Uribe. Me parece estar viendo la escena. Tenía yo unos 16 años y era muy dado a leer versos, quizá porque no los publicaba, pues mi público para ellos era una noviecita quinceañera, a quien le descargaba cada acróstico que cantaba el credo. digo que era muy dado a leer versos porque no los publicaba, pues desde que empecé a publicarlos hago como los zapateros que no se calzan: los escribo para atormentar a los demás, así como esos respetables obreros fabrican botas para el fomento de los ajenos callos, y ellos usan alpargatas.
Muy dado a leer versos era yo, repito, y un domingo a medio día me hallaba en mi cuarto de hijo de familia, leyendo, sentado en un arcaico, sillón de vaqueta, con los pies sobre el escritorio; posición poco académica y poco apta para leer poesías; bien es verdad que lo que yo leía era un libro de versos muy crudos creo que de Batres Montúfar. del cual recuerdo una octava real que decía así. Como el viento, fugaz es la hermosura; es el lujo fantástica quimera; las flores se convierten en basura; los trajes van a dar a la hilachera; esa epidermis de sin par blancura es el forro de horrible calavera, y esos ojos brillantes, primorosos, se vuelven agujeros asquerosos.