310 APUNTES one carta en una ley necesaria nada se puede variar. Los antiguos, en su ignorancia popular, bajo la cual ocultaban su sabiduría, lo conocían muy bienañadió y por eso oraban a todos los dioses de su invención; pero nunca a la ley suprema: jel Destino!
Calló la joven. Me parece le dije, después de un largo silencio que los maestros que os han enseñado esa sabiduría han subordinado demasiado en sus teorías de las relaciones del hombre con Dios, el sér sensible al sér que piensa; en una palabra, que han olvidado del hombre el corazón, ese órgano de todo amor, como la inteligencia es el órgano de todo pensamiento. Las representaciones que el hombre se ha hecho de Dios, pueden ser falsas y pueriles; pero sus instintos, que son su ley no escrita, tienen que ser a veces verdaderos. De otro modo, la naturaleza habría mentido al crearlo. Supongo que no creeréis que la naturaleza sea una mentira añadí sonriéndomevos que decíais hace poco que la verdad era quizá la única virtud. Ahora bien, cualquiera que sea el objeto que Dios se haya propuesto al dar estos dos instintos, el misterio y la oración, al corazón del hombre; ora haya querido revelarle por ese medio que él, Dios, es incomprensible, y que el misterio es su verdadero nombre; ora haya querido que todas las criaturas le tributasen honor y bendición, y que la oración sea el incienso