1938 APUNTES 295 le place mirar, sobre la piel seca y rugosa de la gran llanura, cómo tantea el ciego las piedras del camino, mientras murmura versos que, en sosiego, fluyen como un arroyo campesino.
Recitan a Camoens y a Boscán, Rosalía de Castro y el Petrarca. es todo poesía en cuanto abarca la llana extensa que cruzando van.
Luégo, el café en la rúa. La ruidosa reunión provinciana.
Las pequeñas envidias. la rosa de la pálida luna castellana bañando la inmutable ciudad maravillosa, mientras que Don Miguel, imperturbable, distraído al hablar, piensa otra cosa.
Así pasan los días, lentamente, hasta que la alta noche los recibe; y entonces es cuando, del mundo ausente, la pluma en ristre y la cuartilla enfrente, Don Miguel de Unamuno, escribe, escribe.