APUNTES 207 Cuando su mujer lo vuelve a ver, es un moribundo. Tiene cuarenta y dos heridas, repartidas por todo el cuerpo.
Sin embargo, el sargento Mussolini sobrevive.
Cuando oye las campanas del armisticio, toma de nuevo su puesto en el Popolo Italia y crea el primer fascio. Es un personaje.
Doña Raquel no tiene ya necesidad de consolarlo. Benito sabe a dónde va. Si no tiene tiempo para tocar romanzas en su violín, canta por la mañana mientras se afeita.
Algunas veces exclama, poniendo sobre sus rodillas a Edda, Bruno o Vittorio. Sabes, Raquel? Tú tenías razón. Al fin haré mi revolución. Raquel, dichosa de verlo tan radiante, no pregunta si se trata de la Gran Noche que embrujaba los sueños del maestro de Forli.
También, el 27 de octubre, cuando las legiones comenzaron a marchar sobre Roma, y el 29, cuando el Rey confirió el poder a Benito Mussolini, doña Raquel era la cabeza más fría de toda la Península. no ha cesado de serlo.
Instalada en el palacio Titoni, luégo en la Villa Torlonia, vive con tanta sencillez como en Forli o en Milán. Jamás se le ha visto en una recepción diplomática, en un té elegante o en una playa de moda. El hogar, el eterno hogar y la educación de sus últimos hijos Romano y María toman todo su tiempo.