Marx

202 APUNTES «Bimba, non mi guardare. Muchachita, no me mires. Pero las cosas terminaron allí.
Quizá recordaría a la bella propagandista rusa Helena que le decía «Benitouchka» y lo despertaba a mitad de la noche para hablarle de Karl Marx. Talvez no había olvidado todavía a alguna de esas muchachas de Frioul.
Pero, de repente, no existió para él más mujer que Raquel. La muchacha no aportaba más que sus bellos cabellos, su corazón fiel. su vez Benito sólo podía ofrecerle su cabeza llena de frases, sus ojos conquistadores y su ruin porvenir de intelectual muerto de hambre.
Pero el uno convenía a la otra, y la pobre señora Rosa tuvo que resignarse una vez más.
La pareja se instala en Forli, en una peque.
ña habitación de obrero. Raquel se ocupaba de todo: de la limpieza, del lavado, de la cocina.
Cuidaba el rebaño. Hacía calceta.
No ha cambiado en nada. Se le puede preguntar hoy. Qué hacéis, doña Raquel? Responderá al momento. Me ocupo de mi casa. eso es cierto en 1937 como lo fue en 1910 o en 1914.
No es fácil la vida en la pequeña habitación de Forli, sobre todo después del nacimiento del primer hijo: Edda, hoy condesa de Ciano. Tienen ciento veinte liras mensuales para vivir, ni un céntimo más. Benito no puede trabajar con más ahinco. Además de su secretaría remunera