198 APUNTES una Los brazos hundidos hasta el codo en tina de agua jabonosa, una muchacha Raquel, la pequeña sirvienta hace la colada en el patio de la posada de Pedrappio.
Dios sabe, sin embargo, que su vida no es grata. Sus padres son campesinos tan pobres que no han podido sostenerla en su casa. La han colocado a condición en casa de doña Rosa Mussolini, la viuda del herrero.
Es ella quien hace todo el trabajo gordo de la posada. no es muy divertido que digamos!
Por allí no pasan más que algunos carreteros que beben a tragos un vaso de vino y se atracan de tortilla. Los domingos vienen los ricachos del pueblo a jugar a las cartas y arrasar la despensa.
Parece que en otro tiempo era muy diferente.
El herrero invitaba a sus amigos para hablar de política, bebiéndose buen vino. Se dice que aquel herrero era un hombre rudo. Un rojo que no temía defender sus ideas y que por ellas fue encerrado en la cárcel. Pero, el herrero ha muerto. desde que no se escucha su martillo golpear contra el yunque, su viuda, la señora Rosa, no es más que una sombra.
Para educar a sus tres hijos Benito, Arnaldo, Edwige no contó más que con los magros beneficios de la posada y su pensión de institutriz: dieciocho liras por mes.