APUNTES 155 Entonces, mi querido amigo le dijo el doctor Murillo. no le queda sino un camino. Cuál? preguntó el señor Gómez, que vió el cielo abierto. Con un mal vecino no hay sino dos caminos: o matarlo. Pero yo soy un ciudadano pacífico, y no puedo matar a nadie interrumpió el señor Gómez, asombrado de que el doctor Murillo Toro le diera un consejo tan drástico. Déjeme terminar, mi querido amigo le dijo el ilustre estadista. Con un mal vecino no hay sino este dilema: o matarlo o hacerlo compadre.
Nombre a Fulano padrino de uno de los niños de usted. Es que no tengo ningún hijo recién nacido. Pues procure que le nazca. Eso ya corre por cuenta suya.
Un pero bien puesto. Si no recuerdo mal, lo que relata la última parte de esta anécdota le sirvió a Clímaco Soto Borda para tema de unas bellas estrofas.
Hoy el ilustrado caballero doctor Hugo Gartner me envía de Riosucio la historia de tales estrofas, y esos datos que agradezco hondamente los desarrollo y publico con mucho gusto.
Un día llegó a su casa el inspirado autor de El Músico Bohemio, muy afanado y cogitabundo,