APUNTES 145 mor que lo sostenía en todas sus crujías y penalidades.
El de noviembre de 1877 se hallaba con la pobreza recrudecida, pues en ese triste día de ánimas no sabía cómo llevar el pan a su casa, y determinó, como a las seis de la mañana, irse para el cementerio porque era muy devoto de las ánimas.
Joy esa hora aún no había empezado la función fúnebre; pero había muchos campesinos esparcidos por todo el cementerio, viendo tumbas y lápidas, en espera de la llegada de los sacerdotes que debían cantar los responsos y elevar las preces.
El general Barriga poseía una hermosa voz de barítono; se acordó de que aplog «cuando para las cosas faltan los medios para la ingeniatura sirve el ingenio. Y, aquí que no peco, impulsado por la necesidad, acercóse a una tumba, a cuyo pie había un grupo de campesinos, y empezó a cantar un responso.
Oído aquello por los demás campesinos, empezaron a acudir de todos los rincones del cementerio y a pedirle responsos al improvisado oficiante que iba desgranando gorigoris y recibiendo óbolos.