APUNTES 911 PUNTES Zoria Anecdótica Por JULIO VIVES GUERRA gencia mortuoria. Quienes ya siglo, vivimos de los recuerevocar los de la lejana juven os amigos que, al morir, se un poco de nuestro propio sér.
do frecuentemente a Luis Zea el Corral, a Tomás Quevedo esos fraternales amigos de inlejana juventud.
donde están los que conmigo en la lid tremenda?
or la dificil senda deudo y al amigo!
veterano que en la aldea, vive y escondido, riesgos que ha vencido tiles emplea.
años de 1890 1891 vino de Coquia a Bogotá, en viaje de paOrral.
tiempos un viaje de Antioquia a Kimadamente como un viaje hoy Bón; y quienes no habíamos sa edarios de nuestra ciudad nativa, que habían venido a la capital de la República como si cada uno de ellos fuese un Marco Polo, un Herodoto, un Gulliver.
En aquella época Jesús del Corral tenía unos veinte afios, era un muchacho rico y había venido a darse un filito de Bogotá. De modo que no tiene nada de extraño que, aunque no fue nunca dado a la parranda, les arrimara el hombro a los bailes de candil, a los piqueles bien regados y a las jiras en que Hebe y Momo dan de si lo que pueden.
Una noche andaban de bureo Jesús del Corral, Julián Páez, Manuel Uribe Velásquez, Julio Flores y Julio Galofre, y al pasar por una casa de dos pisos oyeron que en el piso alto sonaba música. Qué sucede aquí. preguntó del Corral. Este es un bailadero. contestó Páez. Pues entremos agregó Uribe Velásquez, que se hallaba siempre presto a echar una cana al aire. Entremos repuso Galofrey van a ver una cosa curiosa. Qué es ella. preguntó Flores. Que para entrar a ese salón de baile hay que pasar por una agencia mortuoria que se ha lla en el piso bajo.
Entraron y, efectivamente, antes de tomar la escalera que conducía al salón de baile, tuvieron que atravesar una agencia mortuoria.
Los ataúdes, recostados contra los muros, parecían aguardar a que las parejas terminasen la danza acogerlas en cuencos sombríos.