APUNTES APUNTES 903 guardare. Muchachita, no me cosas terminaron allí.
ría a la bella propagandista que le decía «Benitouchkay mitad de la noche para hablarle alvez no había olvidado todavía muchachas de Frioul.
nte, no existió para el más cel. La muchacha no aportaba os cabellos, su corazón fiel. lo podía ofrecerle su cabeza sus ojos conquistadores y su intelectual muerto de hambre.
convenía a la otra, y la pobre que resignarse una vez más.
instala en Forli, en una peque.
obrero. Raquel se ocupaba de eza, del lavado, de la cocina.
o. Hacia calceta.
do en nada. Se le puede prehacéis, doña Raquel Respon«Me ocupo de mi casa. eso como lo fue en 1910 o en a vida en la pequeña habitación todo después del nacimiento del a, hoy condesa de Ciano. Tie.
e liras mensuales para vivir, ni Benito no puede trabajar con emás de su secretaria remunerada por la Federación Socialista, ha emprendido un periódico semanal de doctrinas, La Lucha de Clases, en el cual lo hace todo, desde el edito rial hasta las fajas para los abonados. Para pagar el impresor, a menudo hay que recurrir a las escasas liras del presupuesto hogareño. Doña Raquel no protesta. No se comprará ropa este mes y eso será todo. En resumen, el traje que viste el único que tiene. podrá durar algunos meses más.
No son esas frivolidades lo que la inquieta, sino el humor de su marido. Benito se va haciendo más taciturno cada vez. Ha perdido su risa, su hermosa confianza. Duda de todo ahora, más que nada de sí mismo. Sus compafferos de lucha en las filas socialistas le parecen mediocres y débiles. Los llama los lame botas o los lallarines.
Doña Raquel tiene casi terror cuando lo ve llegar por las noches con el sombrero sobre los ojos y los dientes apretados.
Benito exclama con verdadera desesperación. Raquel, Raquel, todo está perdido! No haremos nunca la revolución.
La valerosa mujercita lo desarma quitándole los zapatos. Pero sí, tú la harás. Sólo que te impacientas, Benito. Quieres recoger la cosecha apenas has terminado la siembra. Crees que sea razo nable?