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le, reintegrará los pedazos. El lado por la cirugía moderna, se ente pronto; pero la carne y la un ataque brutal de un acciadquieren la desagradable cosen su dueño que las expuso al ino suerte, muere instantáneaninguna complicación; pero si a saber que una calamidad a 90 kilómetros, al entrar en la uerza centrifuga los habla arras.
trado unos centímetros más allá del centro del camino, y el tipo que venia en sentido contrario corria como bala. Fue uno de esos choques angulares, de tope, en que el carro que va más despacio sale disparado oblicuamente y va a clavarse en la barranca.
Dos pasajeros, inconscientes, recogidos rápidamente por la ambulancia. Ya iban a partir cuando el policia descubrió al tercero.
Estaba doblado como una vara rota por la mitad, y encajado en la estrecha ventanilla trasera del coche estrellado, con la cabeza entre las rodillas. No se atrevieron a enderezario en el camino al hospital.
Estaba vivo y despierto; la mejor prueba de ello es que trató de apoderarse de la pistola del policia, para matarse. Sabia que tenia rota la espina y preferia morir antes que lo tocaran.
El cirujano de la ambulancia también lo sabia, pero cuando le arrancaron las ropas, retrocedio ho rrorizado. Era uno de esos casos que los maestros de Medicina muestran a los estudiantes de primer flor de piel, doblada en ángulo agudo, y la punta. pelada habia atravesado la epidermis, como una horrible cola de hueso.
Gracias a los doctores, ese hombre vive aún. El doctor comenzará por decirnos que es una fc tuna que sobreviva un hombre con la espina rota; pero luego se detendrá a pensar si en realidad es una fortuna la de su paciente. Lo han operado 25 veces.
Sufre sin cesar agudos dolores y está paralitico de la cintura para abajo. El año pasado lo dejaron jugar poker, sentado en un sillón, con algunos viejos amigos, toda una noche, como solia hacerlo antes de rebasar el centro del camino al tomar la curva. Estuvo tan animado que casi olvidaron que era un