458 Apuntes El rector y dos de los profesores del seminario habían conocido en Popayán a mis hermanos Rafael y Enrique que tenian fama de juiciosos. Yo, que no la tenia, tuve que seguir el ejemplo de mis hermanos mayores, para no desacreditar el apellido.
Era capellán del ejército el canónigo Francisco Calvo, un viejito simpatiquisimo. Con mucha frecuencia iba al seminario y lo convidaban o se convidaba a almorzar, pues casi siempre sus visitas eran cuando Se acercaba la hora de almuerzo.
Es sabido que en los seminarios no se habla durante las comidas sino que algún alumno lee en alta voz algún libro instructivo. Sólo en casos extraordinarios permiten hablar, en cuyo caso el rector toca el timbre y dice. anten domine miserere nobis. Deo gratias, contestan los alumnos y empieza la charla Cuando veíamos que el padre Chico (asi lo llamaba todo el mundo estaba invitado a almorzar, nos poniamos felices y deciamos. Hoy tenemos tuautem.
Era imposible que estando el padre Chico en el comedor no nos dejaran hablar; él era muy conversador y le encantaban los chistes, de manera que una visita del padre Chico era un acontecimiento.
En una ocasión mi padre fue invitado a un baile que daba el Presidente de la República y nos contaha que al subir las gradas del palacio bajaha un viejito, vestido de militar, con sombrero de empanada y espada. La cara no que era el padre Chi ción se puso sui vesti ejército.
El padre Chico todo el mundo lo con El seminario de el de Popayán pues de dias del cumpleaños tecimiento.
Nosotros no tenian Una vex supe que la hermano de mi madre decir nada a mis herm le dije: Vengo a pedirle hermanos mañana. Con la risita sa dijo. cónde piens Ha llegado la madre y queremos ir Sin preguntar en el recreo les di la siguiente le caimos a Patiño, que no contaba cho, allí almorzamos y sámos al seminario.
esa hora.