A puntes 409 caído un rayo y se acostó. poco rato, la mula que quedó suelta le iba a pasar por encima y él le tiró uno de los zapatos que tenía en la mano.
Compramos café, y mi hermano Rafael que sí entendía algo de inglés me dijo que le fuera a ofrecer café al míster, diciéndome cómo debía decirle.
Me acerqué al mister que parecía un muerto boca arriba y cuando le pregunté que si quería tomar café me contestó. All right!
Le pasé una taza de café con su respectivo acompañamiento y se la tomó, después le ofrecí agua y la aceptó con el consabido all right.
El camino carretero pasaba cerca de donde nosotros estábamos acampados. Era noche de luna y las carretas, que son todas tiradas por bueyes, viajan de noche cuando hay luna y durante el día solamente en las primeras horas de la mañana y por la tarde cuando cae el sol, porque los carreteros cuidan mucho sus bueyes. Cuando están descansando, les dan caña, pero no les dan sino la caña pelada y cortada en cascos que les van dando con la mano, de manera que la hoja de la caña no la venden ni los bueyes comen tampoco la cáscara.
El ruido que hacia en la carretera el interminable desfile de carretas era insoportable, de manera que muy poco fue lo que pudimos dormir.
Como a las cinco de la mañana resolvimos continuar la marcha; ya todos estábamos listos para mon