402 puntes Nuestro viaje lo hicimos sin ningún contratiempo hasta Buenaventura. Nos hospedámos en una pensióu que tenía una señora Simona Chari, que era muy atenta, culta y simpática.
En esa época los vapores acostumbraban disparar un cañonazo para anunciar su llegada y su salida al anclar y al levantar el ancla. mí, como buen muchacho que viajaba por primera vez, me gustaba verlo todo.
Cuando el buque se aproximaba al lugar donde debía anclar, yo me situé en la baranda para ver la ciudad, los buques anclados en la bahía, etc. etc. y estaba completamente distraído.
Sobre la cubierta y justamente sobre el sitio que yo ocupaba estaba el cañón.
Al soltar ancias el buque, dispararon el cañón sobre mi cabeza y ya pueden suponerse mi suste con ese disparo inesperado a cuyo ruido se agregó el del ancla al caer al mar.
En Panamá encontrámos al Padre Felipe González que era amigo de mi padre y de mis dos hermanos mayores, porque dicho sacerdote fue profesor del Seminario de Popayán hasta el año de 1876 en que fueron desterrados el superior y profesores del Seminario. El padre González era el Capellán de las Hermanas de la Caridad.
Le informó a mi padre que en San José de Costa Rica había un magnífico seminario y que en el estaban tres de los antiguos profesores de Popayán: el padre