Marx

puntes 389 fenómeno y se dedican a comentarlo, a interpretarlo, a explotarlo, más bien que a dirigirlo, o siquiera a conducirlo.
La doctrina estatista es demasiado confusa y maleable para incorporarla, siquiera, a los programas de una multitud de facciones políticas que se le oponen en todos los campos, excepción hecha del milagro estatista en que el príncipe de Bismarck y sus colaboradores, los economistas de la Cámara, de un lado, y del otro los discípulos de Carlos Marx, pudieron, combatiéndose, colaborar al éxito del Estatismo más franco que se tenga registrado.
Todo parece, en la época contemporánea, que conspira contra los últimos privilegios individuales en provecho del Estado monstruo.
El Estatismo, debido a su polimorfismo, no tiene la fuerza absoluta del fenómeno religioso, pero orienta a la manera de opinión recalcitrante, todas las tendencias de las multitudes y todos los actos de los demagogos.
El individuo mismo, asustado de todas las cargas que lo amenazan y que ya lo agobian, se vuelve hacia el Estado con la esperanza falaz de librarse, sobre tamaña persona irresponsable, de ciertas responsabilidades que constituyen la esencia misma de la soberanía individual.
Estas consideraciones generales, no nos apartan de