372 puntes La mayor parte de los médicos aman su profesión y aceptan las servidumbres que impone.
La mayor parte de los médicos experimentan con más o menos intensidad, con más o menos brusquedad, con más o menos candor o escepticismo, el sentimiento de la caridad, por más que la mayoría afecten, por un pudor bien explicable, evitarlo o desligarse de él.
Las escenas presenciadas, los actos todos de la medicina, el trato frecuente con personas inquietas, deprimidas, irritables, miserables, ingratas, el dolor de los enfermos y de los heridos, sus exigencias, sus caprichos, los peligros de contagio, las responsabilidades jurídicas, materiales, morales de tal profesión, no se verán nunca balanceadas con las ventajas siempre obtenidas a precios altos y a menudo peleadas con crueldad, si no mediase, con el sentimiento de la caridad, la afición por tal oficio, el amor a semejante misión y, debo confesarlo también, el deseo de prestigio, especial, que la medicina confiere todavía, a veces, y a pesar de todo, en la sociedad moderna.
No obstante algunas medidas de orden, no obstante la disciplina adoptada por los enfermos más ins: truídos, y no por ello menos exigentes, el médico es aún, en la actualidad, un hombre cuya vida personal está absolutamente dominada por la obligación de servir a los demás.
Lo he afirmado y lo repito, a pesar de las complicaciones causadas por la interpsicología. es decir por la influencia de los familiares del enfermo, el co