CapitalismMarx

A puntes 359 Marx imaginaba una situación que reproduce exactamente los vicios fundamentales del capitalismo, sin ofrecer ninguna prueba consistente de la extinción definitiva de ellos. Porque, después de todo, lo más importante es tratar de llegar a una civilización en la que la ciudadanía misma implique lo que Graham Wallas llamaba la capacidad de iniciativa continua. Está claro que sólo una distribución más amplia del poder hará posible esa capacidad. Un hombre cuyos actos y cuyos pensamientos están a merced de otros hombres, pierde su personalidad; y esta pérdida existe también en la rigurosa centralización que Marx preveía.
Es indudable que tenía razón al sostener que la distribución del poder económico en un Estado capitalista impide a la mayoría el ejercicio de tal personalidad; pero ese ejercicio tampoco parece realizable en el Estade que Marx imaginaba. Podemos ir más lejos y sostener que será imposible en cualquier Estado cuyas actividades tengan como causa y fin principal el incremento de la riqueza material. Ninguna sociedad podrá alcanzar su completo y final desarrollo, sino cuando el motivo principal de su existencia sea la capacidad de valuar las cosas del espíritu por encima de los productos materiales. Esto requiere una sociología en la que los motivos económicos, exaltados por Marx, se valúen a un nivel más bajo. Pero está claro que para llegar a una situación en que esto sea posible, es indispensable un sistema educativo muy distinto del actual, tanto en su amplitud como en sus finalidades. Es indispen