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A puntes 355 problemas de distancia, que probablemente la harían abortar en sus primeras etapas. No sería el caso, como en Francia, del formidable empuje de la capital sobre la vida del país; Washington es una ciudad relativamente insignificante en la perspectiva norteamericana.
Dominar todo el territorio implicaría dominar la red ferrocarrilera más complicada del mundo; aunque esta dificultad fuera vencida, habría que allanar el complejo de diferencias nacionalistas. Alemanes, franceses, ingleses, irlandeses, polacos, todos estos tienen sus características especiales que el capitalista yanqui ha sabido explotar para desventaja de todos ellos; es dificil saber como un llamamiento a la minoría comunista de cada grupo, podría borrar estas diferencias. Pero aunque así fuera, queda el problema religioso; el dominio que la Iglesia tiene sobre los espíritus, especialmente en los latinos, no iría a perderlo fácilmente.
Para Marx que insistía solamente en los motivos económicos, es fácil ignorar estas dificultades; pero es una visión demasiado estrecha no darse cuenta inmediata de que pueden existir otros estímulos igualmente poderosos. aunque sostuviéramos que Marx supusiera que en nuestra época habían desaparecido los prejuicios hijos de la nacionalidad y de la religión (lo que es dudoso. y que las barreras levantadas por las diferencias económicas fueran en la actualidad las únicas importantes, sus conclusiones no serían válidas.
Porque en una época de sufragio universal debería ser posible ganar el poder en las urnas electorales y dejar