puntes Apuntes 2293 la prudencia de los discretos, Washington. Así, la revolución es la única de que no tuvieron Tutores, la única que no se preque erigió la más colosal y ica de la historia moderna, de de trabazón potente, foco de efugio de fuertes y débiles, sin ises, en noble aspiración demoen Suiza, obreros modestos, transaccional, con razas y lenersas, sin guillotina y sin bomtruyeron una fuerte y tranquila libertad.
Laureano Garcia Ortiz.
acto de re bre de 1950 de la guerra de 1914, los diplomáticos franceses y rusos interrogaban al Foreing Office. Qué hará Inglaterra? No lo sé, respondia Sir Edward Grey, depende de las decisiones del Gabinete. Pero ne cesitamos saberlo. No podría usted consultar al Gabinete? No es posible, contestaba Sir Edward Grey, pedirle a un Gabinete inglés que delibere sobre una hipótesis. En el fondo de su corazón, dice Arthur Bryanti el inglés está convencido de que su pueblo es e más grande del mundo. Pero este orgullo no hace agresivos a los ingleses. No tratan de convencer al mundo de su superioridad. Los extranjeros no les interesan. Los complejos de inferioridad son los que inspiran las políticas brutales. Un hombre seguro de su fuerza, muestra casi siempre generosidad e indiferencia; y lo mismo los pueblos. La guerra no es un placer inglés. Dondequiera que vaya, el inglés sigue siendo inglés. Transporta a China o la India su breakfast, su tennis, su golf, su código moral. No exige a los nativos, a los indigenas, que adopten sus costumbres, y no adopta jamás las de ellos.
de André Maurois, hablando de tor tenga sólida influencia sobre ebe ser como ellas, como Dicmental.
de un team de foot ball dice tal minuto pasaréis el balón. les indica una táctica general marán en el momento de obrar.
en el deporte, la tradición brial hombre del momento una cción. De aqui que haya una btener de los ingleses una insus acciones futuras. Antes Amo a los animales domésticos y no me importa que la gente se burle de mi cuando digo que me entiendo mejor con ellos que con la mayor parte de mis semejantes.
Cuando uno ha conversado media hora con un individuo, se siente ya, por regla general, hastiado.
Yo, por lo menos, siento un deseo irresistible de escabullirme y me sorprende ver que mi interlocutor no haya tratado de escaparse a su vez. Sin embargo, la sociedad de un perro amigo no me aburre jamás, aunque no lo conozca, ni él me conozca a mi.