Pus Apuntes 283 re ambas. En la autopsia no las lesiones del cuello, o las usado la muerte de la anciana.
oduce una volcadura son de lay, entre otras, la pelvis des.
permanecer inmóvil varios me.
de quedarse inválido para toda la columna vertebral, causada usco o torcedura, con resulta is lesiones de menor importande las rodillas, los omoplatos icia de los golpes contra el inDespués, las lesiones de pro.
costillas rotas que pueden herler ones. Cualquier hemorragia ingrosa, porque llena de sangre a cavidad abdominal.
el de seguridad no se ha ge.
3, más de lo que se cree, al los accidentes. Cuando ocurren entos al rostro de una persona, por un potente canón. No se un trocito de vidrio que pe.
semejante fuerza, equivale a la a pierna o un brazo que salarabrisa, quedarán cercenados si fuesen una pieza de res arnicero.
uridad no llenan aún su comeulo choca con otros objetos, a entan relatos pintorescos acerca ser lanzado fuera del auto.
Deza un agujero en la tierra.
drios, por insignificantes que o la cuchilla de la guillotina.
Algo semejante sucederá si el cuerpo va a dar contra una cerca, un poste o un alambrado: frecuentemente se encuentran personas con los pies destrozados, deformados y sin zapatos; otras veces los zapatos aparecen detrás del coche, vacíos, con las cintas bien amarradas.
Es dificil encontrar un superviviente que tenga valor para narrar su caso. Al volver en sí advierte, por los dolores punzantes en el cuerpo, que tiene fracturados los omoplatos, la clavícula, el brazo derecho, tres costillas; pero el dolor no suprime en su mente la certidumbre de que va a morir. Allí no hay fantasia: es la cruel realidad de saber que va a su.
marse a las 36, 000 victimas del año pasado.
Al ir por una curva demasiado cerrada, o un ca.
mino resbaladizo, o al seguir a otro vehículo sin conservar la distancia que aconseja la prudencia, va úno jugandose la vida, a cada instante, o, por lo menos, exponiéndose a sufrir heridas y dolores indescriptibles.
Hay que imaginarse el momento que sigue a un accidente cuando el médico mueve la cabeza al vernos, dice a los que conducen la camilla: ése, déjenlo ya, y su atención se concentra en otro herido que aún no ha muerto.
Pensando en eso, cuando es tiempo todavia, hay que moderar la velocidad.