puntes peates 281 bro, al ver salir casi intacto al con un rasguño superficial argo, su madre estaba adentro, de una astilla que habia peas en su cerebro. No tenia los ia sangre derramada: era simcon el cabello gris, que sostetada una bolsa en su regazo, gido cuando el carro salto del ese mismo lugar, se estrello contra un árbol. En medio del ontraron a un niño de nueve fragmentos de cristales: estaba ma de la muerte, que no pu.
Ires del bebé, que permanecie.
a los lados de su hijo.
la un automóvil es el blanco Si el volante resiste, en un a higado o el bazo, y le sobre.
interna; si el volante se quie.
e, porque instantáneamente la In penetra en el abdomen.
siones se efectúan en las cur ita de la muerte, se halla en on espacio suficiente para el los a la vez, como los famocamino de Albany, en donde ta 27 desgracias en el curso tera ancha y recta despierta, stas más precavidos, el deseo al que va adelante. De pronto contraria, otro vehículo que se ad. Cuando llega lo inevitable, un esfuerzo supremo para recuperar la posición correcta, pero ya es demasiado tarde: obligados a meterse en la cuneta, o a chocar contra cualquier obstáculo, lanzan a los pasajeros unos sobre otros.
Un individuo fue testigo de un espantoso accidente, que describió como sigue: Cinco coches amontonados; cadáveres en el lugar del choque; personas que murieron al conducirlas al hospital y otras que fallecieron después. Todo esto lo recordaba más vivamente de lo que él hubiera deseado y además recordaba el momento en que el doctor se alejó rápidamente de un hombre muerto, para atender a una mujer que tenia la espina rota; personas empapadas en aceite, como cigarros mojados; un hombre que caminaba, monologando, delirante, sin fijar su atención en los muertos y en los agonizantes ni notar siquiera el pedazo de acero que lle.
vaba encajado en una muñeca; una bella joven que tenia abierta la frente, tratando en vano de arrastrarse, con una cadera rota. Una hecatombe de esta magnitud, es sólo una aportación numérica: siete cuerpos están tan muertos como uno. Cada hombre, mujer o niño destrozados, que formó parte de los 36, 000 cadáveres recogidos durante el año pasado, tuvo que pasar por el trance de la muerte individual.
Si un coche cae en un abismo dando tumbos de costado, irá golpeando y destrozando a sus ocupantes en cada pulgada de su recorrido, y podrá llegar a enredarse de tal manera en un tronco de árbol, que se necesite una lámpara de acetileno para sepa rar, una de otra, las defensas delantera y trasera. En un caso de esta naturaleza, ocurrido hace poco, una anciana iba en el asiento posterior del vehiculo y su hija en el delantero; y después del percance, ha.
llaron a la señora acostada sobre las rodillas de su