Apuntes 265 en los huesos y hasta en el tuétano de los costarricenses, está condenada, necesariamente, a perecer ante la consciencia democrática del pueblo de Costa Rica, y sólo podría llegar a imponerse por el asalto y por la fuerza bruta, sobre ríos de la noble sangre costarricense.
En la democrática y republicana Costa Rica, como en todos los pueblos libres y civilizados de la Tierra, la imposición a sangre y fuego de la dictadura roja del proletariado, única forma hipotética de conquistar el poder. seria la obra del suicidio de las propias masas trabajadoras, sorprendidas en la buena fe de sus legítimas ansias de redención y de mejoramiento, para caer en los oprobios de la más férrea dictadura del trabajo, del trabajo organizado, reglamentado y miserablemente pagado por la fuerza, bajo despóticas disciplinas cuartelarias, bajo las plantas del Estado Patrón, del Estado Capitalista, del Estado Omnipotente sobre bosques de bayonetas de ejércitos rojos de soldados privilegiados, que ahogan y aplastan, en esencia y potencia, todos los medios de legitima y pacifica defensa organizada que hoy tienen como un poder incontrastable, las masas trabajadoras contra el individuo patrón, contra el individuo capitalista, dentro del régimen de la libertad democrática y republicana. La esclavitud obrera, bajo el yugo despótico del Estado Capitalista o del Capitalismo del Estado, integrado nó por ángeles del cielo, sino por hombres de la tierra, por apóstoles del odio, por simuladores adiestrados en la literatura y la técnica de la agitación de las masas inconscientes y exheredadas, es una esclavitud desarmada, sin defensa y sin posible redención, es una obra de suicidio colectivo, y el pueblo de Costa Rica, consciente