A puntes 249 mente sus habilidades; pero ninguno lo consigue en esta vida; por consiguiente, es preciso que haya otra, donde ese desenvolvimiento sea posible. Naturalmente preguntaremos. de dónde sabemos algo de ese pretendido destino del hombre. Vemos la naturaleza de tal manera organizada, que todas las aptitudes, todos los gérmenes, lleguen a su completo desarrollo? Quien quiera pretenderlo, no habrá estado jamás en el verano bajo árboles frutales, viendo el suelo sembrado de pequeñas frutas caidas antes de madurar y de las que cada una hubiera podido dar nacimiento a más de un árbol; no habrá leido jamás en una historia natural, que si todos los huevos de los peces, llegaran a desarrollarse, no habrían bastado ríos y mares para albergar su inmenso número. La observación de la naturaleza nos enseña, por el contrario, que arroja con prodigalidad a su alrededor gérmenes y aptitudes, y deja a la actividad de cada uno, a los combates a que se entregan, a las circunstancias exteriores, el cuidado de indicar cuán capaces son de desarrollarse y llegar a la madurez.
Bien sabido es que estos investigadores se ocupan poco de la naturaleza en general, y sólo se cuidan del hombre, es decir, de sí mismos. Pero en este caso, deberían probar que el hombre es, en cuanto a sus aptitudes, una excepción de la naturaleza. la ciencia les niega este servicio. La experiencia no ha mostrado además ni una sola vez, que hombre alguno haya desarrollado totalmente sus facultades. De la mayor parte de los ancianos que conocemos, podemos decir que han dado lo que tenian en sí. De Goethe mismo cabe afirmar, a pesar de su actividad no interrumpida hasta el fin, que a los ochenta y dos años habia acabado su papel. Pero