Apuntes 181 de defensa contra nuestros excesos. Sostenemos así un mal régimen, engañados por el espejo hasta el día en que dicha defensa flaquea y sobrevienen los desórdenes y los pesares.
Con sólo disminuir las raciones alimenticias, desaparecen un sinnúmero de estados morbosos: vuelve a ser apacible el sueño, se limpia la piel, las articulaciones recobran su agilidad, renacen la alegría y el optimismo.
Branly, que tiene más de 90 años y trabaja todavía en su glorioso laboratorio de física del Instituto Católico de Paris, dice que la inmensa mayoría de la humanidad muere por culpa del tubo digestivo.
Un hombre de apetito normal ha absorbido a la edad de 50 años veinticinco toneladas de alimentos.
Un comilón, a la misma edad, ha tragado cerca de 60 toneladas, el peso de una locomotora grande. La mujer, a pesar de que sus funciones exigen una mayor alimentación, come por. regla general 5 de lo que come un hombre del mismo peso y en iguales circunstancias; por esto también goza ella de mejor salud que su compañero. Es una suerte que así sea.
Dicho está que sin la mujer, nuestra vida carecería de socorros al comienzo, de placeres en el medio y de consuelo al final.
En «La Tribune» de Ginebra, del 16 de mayo, encuentro una gacetilla sin firma y que hace pareja, hasta cierto punto, con la que acabo de escribir. Se duele el autor de que el hombre no pueda transportar consigo su casa, como la tortuga, y dentro de la casa, la biblioteca. Cuenta que debiendo salir a hacer una lejana excursión, estuvo perplejo sin saber qué libro llevarse, hasta que por fin cogió el pequeño