Apuntes 169 arrollan la inteligencia, el mejor de los instrumentos para la vida. No se trata ya de cargar la mente de nociones, que se juzgan útiles y que resultan perfectamente inútiles las más de las veces. El hombre vale, para decirlo en términos de mecánica, no por el espacio que haya recorrido sino por la fuerza viva de que se encuentre animado en el momento en que se le considere.
Así, pues, en las preocupaciones de usted no entran las preparaciones llamadas vocacionales, de segunda enseñanza. No pueden entrar. Pero aun cuando no tuviera yo la idea que tengo de la segunda enseñanza, me buriaria de todo intento de educación vocacional en las escuelas no profesionales. La pedagogia carece de recursos para descubrir las vocaciones. es una simpleza el interrogar a un muchacho acerca de sus inclinaciones y aptitudes. Yo sería a estas horas sacerdote si la elección de carrera la hubiera hecho a los quince años de edad. El ilustre filósofo Roberto Ardigó no encontró su calle sino a los 43 años.
II. Voy a hacerle algunas preguntas, siempre por encargo de terceras personas. Ha sido Ud. maestro de primeras letras. Dos veces. Primeramente, a la edad de 17 años, fui maestro de tercer grado en la Escuela Modelo fundada por don Mauro Fernández, como anexa a la Sección Normal del Liceo de Costa Rica. Recuerdo los nombres de los dos niños más distinguidos de la clase, que casi siempre vi juntos. Otón Castro Jiménez, nuestro actual Arzobispo, y Guillermo Castro Gutiérrez, muerto antes de terminar sus estudios de Derecho.