A puntes 167 Diálogos No vengo tan sólo por saludarlo. Tengo encargo de hacerle algunas preguntas, de parte de tres maestras de escuela. he de advertirle que me siento cohibido por el recuerdo del gesto de disgusto con que me oyó usted hace algún tiempo en una ocasión parecida a la de hoy. No he olvidado que usted se limitó a decirme. No me meta en enredos con pedagogos; esta es la gente más pedante imaginable.
Ahi tiene usted dos palabras pedante y pedagogo que no pueden negar su parentesco etimológico. Pero si usted viene de parte de maestras, mujeres, le confieso que estoy cambiado, por la fuerza de la realidad. En el magisterio se ha verificado un fenómeno muy natural. Se ha reducido increiblemente el número de los maestros y se ha multiplicado en proporción el de las maestras. como la multiplicación es la condición necesaria de la selección progresiva, estamos ya palpando en Costa Rica el hecho de que lo mejor en las escuelas es del género feinenino. Muy pronto habrá de ser una mujer el ministro de instrucción pública. ver, pues, las preguntas. La primera es relativa a la edad escolar. Qué años fijaría usted para nuestros períodos de enseñanza. La capacidad escolar o aptitud para aprender de prehendere, percibir. la poseemos normaimente desde la cuna hasta la tumba. Va disminuyendo de un extremo a otro, pero de un modo irregular, a causa de la relación fisiológica que existe entre la actividad del cerebro y las actividades de los otros órganos, particularmente los sexuales. Esta irregularidad constituye una inmensa dificultad para la designación de