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Del Diario de Costa Rica La política, cuando confina su actividad al mero mecanismo electoral, carece de lógica, se torna pasión, y llega hasta la ceguedad. Es fuente de equivocaciones y graves absurdos; origina desorientación y crea problemas que no existen, que sólo tienen la vida del relámpago, la súbita iluminación de un meteoro que cruza, envuelto en sus propias llamas, el espacio abierto sin llegar nunca a iluminar las consciencias o a orientar las voluntades.
Una feliz casualidad nos llevó a una gratísima conversación con don Elías Jiménez Rojas, y sin intenciones de hacerle un reportaje queremos consignar las ideas que le oyéramos en la charla que con él entablamos ayer.
Nos dijo don Elías, sin intenciones de publicidad. Pregunto yo. Los que mueven la cuestión reeleccionista, se han dado cuenta cabal del problema que ese movimiento engendra por sí mismo? Es difícil pensar que existan personas que se ciegan al grado de no ver que la reelección es moralmente imposible. Consideremos, por ejemplo, que don Ricardo Jiménez deje el poder seis meses antes de blir su periodo, a fin de convertirse en candidato, según lo dispone nuestra Constitución. Aceptamos con esto que don Ricardo no sea, como es, un Presidente de la República sino un Designado en ejercicio. Pues bien, una dificultad seria se presenta. En quién va a depositar don Ricardo el poder para ocuparse de las actividades de su elección popular?
Don Julio Acosta, Designado, está imposibilitado por su condición de candidato; lo mismo sucede con don León Cortés, tercer Designado. Quién vendrá entonces a la Presidencia de la República. Don Ar