A puntes 81 una de las formas más peligrosas del estatismo. El Estado no puede, no debe ser una especie de vaca lechera para unos, a expensas de los haberes de los otros.
Si los maestros de escuela y los otros profesores fueran juiciosos se abstendrían de calificar a los alumnos con la ligereza con que lo hacen por regla general. Pero, procedan ellos como procedieren para llenar las minutas de notas requetetontas ideadas por las autoridades escolares, seria candidez el acordar a esas minutas, fuera de las escuelas, un valor que no tienen.
La lista de las pifias célebres, en materia de calificaciones, es muy larga. Véanse algunos ejemplos que ya he citado en varias ocasiones.
Pasteur, cuyos trabajos de química fueron el punto de partida de sus ulteriores descubrimientos de biología, fue calificado en el liceo como un estudiante mediano en quimica.
Poincaré, Enrique, el matemático insigne, físico y filósofo, obtuvo en los exámenes de bachillerato de 1871 un cero en física y un dos (mediano) en matemáticas.
Humboldt, Alejandro, el insigne naturalista alemán, fue considerado por sus profesores como incapaz para el estudio.
Gerhart Hauptmann, poeta y dramaturgo alemán, no pudo pasar del grado de la escuela real, siendo particularmente malas sus notas en lengua materna.
Walter Scott, el novelista inglés, mereció de parte del profesor Delzell, de la Universidad de Edimburgo, un pronóstico de oscuridad.
Swift, el autor de los viajes de Gulliver, fracaso lastimosamente en todos los exámenes.