62 puntes DIALOGO CUARTO ULTIMO ESTACIÓN: Dios os guarde y a daros me ayude, sin demora, la explicación debida. Fue mi irrupción, señora, la del ciego torrente que si arrasa, fecunda, fertiliza y remoza las comarcas que inunda.
Bien sé el livido espanto con que escuchó esta sierra el grito de mis máquinas, como clarin de guerra, cuya voz se trasmiten las lomas a las lomas; hubo en el cielo blancos temblores de palomas y correr en las cuestas de enloquecidos brutos, mas bajaron las aguas a su nivel, y en frutos de bendición pagada fue la deuda de angustias.
Volvieron los colores a las praderas mustias, y vuestras mismas vacas, cuyas repletas ubres benefician lejanas ciudades insalubres, en la paz venturosa de la feraz querencia ven hoy rodar los trenes con mansa indiferencia.
CASA: Mas tu paso, minando las rústicas virtudes, despertó de repente dormidas inquietudes.
Rota fue por tu culpa la raíz del apego milenario al terruño, y ya mira el labriego sin amor la herramienta que Dios puso en sus manos.
ESTACIÓN: Risueñas perspectivas los senderos humanos abren al hombre libre.
CASA: Pero no al campesino que, labrando los agros por precepto divino, a los fines eternos dócilmente conspira.