A puntes 55 ESTACIÓN: Deciais que la abuela.
CASA: No sé lo que decía. Un silencio. ESTACIÓN: Pensaba yo, señora, mientras gozaba oyendo lo que sois y habéis sido, aunque mal lo comprendo, cuán otro es el idioma que hablan vuestras hermanas.
CASA. qué hermanas aludes?
ESTACIÓN: las casas urbanas.
CASA. Qué pueden saber de este vivir sereno y alto esas locas que llevan los tacones de asfalto, de metal el corpiño, de cemento la cara?
Hijas de la codicia, un abismo separa sus vidas de mi vida, sus muros de estos muros que son el fruto vivo de los amores puros de una campiña virgen y un corazón hidalgo. Hay algo más estéril que la existencia, hay algo más triste que el destino de estas tristes viviendas sin alma, sin recuerdos, sin nombre y sin leyendas, ciegas de nacimiento, que del cielo redondo sólo ven un rectángulo estrecho en cuyo fondo no se pinta una sola constelación entera, y del sol nuestro padre, que sobre esta pradera derrama en chorros de oro su lumbre generosa, sólo una franja blanca sobre una verde losa?
ESTACIÓN: Sois con vuestras hermanas sobrado injusta y dura.
Ni horror todo es en ellas ni aquí todo ventura.