50 puntes CASA. Ah! Por eso prefiero los que al paso de la sumisa yunta abre mi tosco arado con su mellada punta.
ESTACIÓN: Vuestro largo aislamiento, el medio y la distancia os mantienen, señora, en dichosa ignorancia.
CASA: Dentro del noble empleo de la existencia mia, hay ciertas ignorancias que son sabiduría.
ESTACIÓN: Os ciega el amor propio, como a mí el optimismo.
CASA: Ese amor, fruto amargo de orgullo y egoismo no prospera a la sombra de mis viejos aleros. Qué sabes de mi vida?
ESTACIÓN: No he querido ofenderos; pero habláis de la ciencia con desprecio profundo porque vivís tan lejos.
CASA. Lejos de qué?
ESTACIÓN: Del mundo.
CASA. El mundo. qué nombrarlo. qué empañar la augusta serenidad del campo con esa sombra adusta?
Como un grito en un templo, por hostil y profano, disuena en mis dominios el recuerdo mundano.
Porque el campo es un templo: el Salvador divino