38 puntes es niños: han vuelto al sintetismo ingenuo y malgarbado de las figuras que se encontraban antes en los cuadernos de la escuela o en las paredes de las letrinas. El douanier Rousseau, tan admirado ahora, uno que imagina y colorea como un muchacho de diez o doce años.
La misma transformación en las diversiones. Los griegos antiguos buscaban su alegria en la tragedia, que exigía, para ser gustada, reflexión y cultura. Hoy no sólo los muchachos sino también los hombres las mujeres de toda edad se precipitan al cinematógrafo, que no es otra cosa, al fin, que la antigua linterna mágica, delicia de los muchachos de antes, perfeccionada. Ningún esfuerzo intelectual se exige a los aficionados a los films, lo que es propio del adulto, la inteligencia, es puesta aparte. Todas las diversiones hoy populares son más visibles que espirituales y por lo tanto infantiles.
Una de las pasiones del muchacho que juega es el match; ser el primero. Los hombres, en nuestros días, han introducido esta manía infantil en todas las cosas: en las más insignificantes y en las más graves. Batir un record es hoy el ideal de todos; el de los antiguos era la sabiduría, la paz, la renuncia.
La manía del deporte es otro sintoma: casi todos los deportes no son nada más que viejos juegos infantiles adaptados a los mayores y hechos más solemnes por la publicidad y la especulación. Los muchachos dicen: hacer carreras, jugar a la pelota, jugar con los puños; los adultos dicen: pedestrismo, football, boxe, etcétera. las máquinas más difundidas y más amadas no son tal vez juguetes agigantados y hechos peligrosos? No digo las máquinas que producen realmente un trabajo, sino las que usan todos: el automóvil, el