A puntes 403 No creemos en la predestinación.
Con trabajo y método, todo individuo inteligente tiene pasta de inventor, pero a condición expresa de que las cualidades innatas de curiosidad que poseen casi todos los niños no se destruyan en flor por los procedimientos pedagógicos que imperan en la actualidad.
Es cierto que el acaso desempeña un papel muy importante en la obra creadora de ciertos innovadores, pero éstos tienen el mérito inestimable de no haber dejado escapar, como hubiera podido hacerlo el común de los mortales, las comparaciones fortuitas que han sido los puntos de partida de sus descubrimientos, de haber sabido aprovecharlas o sacar partido de ellas, gracias a su sentido de intuición y de realización.
Admitimos totalmente la tesis de NICOLLE en lo que toca a las invenciones en que el azar interviene de manera principal. La invención es entonces realmente una especie de accidente; pero estos azares son muy raros y los que los aprovechan y sacan partido de ellos no tienen generalmente más que una vez en su vida ocasión de encontrar las coincidencias que los convierten en innovadores.
Para no citar más que algunos nombres que acuden a nuestra memoria, recordaremos algunas de las personalidades que se hallan en este caso: GuTENBERG, BERNARD PALLISY, JOUFFROY ABBANS, MORSE, los hermanos MONTGOLFIER, JACQUARD, THIMONNIER, NIEPCE, DAGUERRE, que nos han dotado respectivamente de la imprenta, la cerámica, la navegación a vapor, el telégrafo eléctrico, los globos aerostáticos, los telares, la máquina de coser y la fotografía.
Pero al lado de esta clase de inventores, existen también genios cuyo espíritu de iniciativa, potencia