370 puntes De Emilio Ludwigg La cuestión de si estamos o no en vísperas de una guerra, no ha de ser considerada desde un punto de vista económico, sino psicológico, y, por consiguiente, para aventurarse en una profecia de ese género, hace falta saber más del carácter de las naciones que de sus presupuestos. Si a mí se me pidiese mi opinión personal sobre este punto, es decir sobre las posibilidades de un conflicto mundial, contestaría inmediatamente como buen europeo, como hombre a quien afecta más la suerte de Europa en general que la de una parte de Europa en particular, y diria que es posible que la guerra no nos amenace ni este año ni el venidero, pero que es seguro que no podemos evitarla en el transcurso de unos años, muy pocos, por desgracia. Con igual precisión se predijo la guerra del 14.
Si hoy nos vemos tan amenazados como en 1910, acordémonos de que hubo una potencia que pudo evitar la guerra con una sola palabra. De nuevo esa potencia parece dudar en pronunciar las palabras que nos hubieran salvado entonces y que nos salvarían hoy; esto es, que quienquiera que intente atacar a Francia, tendrá a Inglaterra del lado de Francia.
Parece que Inglaterra no acaba de comprender que los tiempos de los equilibrios han pasado ya a la historia y piensa que sigue siendo una isla, en estos tiempos en que ya no hay islas.
El triste espectáculo de la Conferencia del Desarme, en 1934, lo compararán más tarde los historiadores con el de La Haya en 1907. Ambas confe