A puntes 333 la luz de Volta como se la llamó en la épocarasgó las tinieblas y apagó la incierta luz del canfín para dominar en toda amplitud a la República, ya que son escasos los pueblos en donde no existe hoy este servicio.
Poco o mejor dicho, nada, nos dicen los diarios de la época que hemos consultado para formular estas líneas. Alguna que otra gacetilla, un artículo violento de algún «liberal» que quiso unir este acontecimiento de progreso al de la expulsión de los jesuitas y del señor Obispo Thiel y al de la secularización de los cementerios y demás leyes dictadas por el Congreso Constitucional, de 18, 19 y 22 de julio del mismo año, que fueron sancionadas y ejecutadas por el entonces señor Presidente de la República General don Próspero Fernández.
La instalación de la primera planta eléctrica en Costa Rica fue una de las obras titánicas de la época. El material fue importado de los Estados Unidos, y el dinamo no era de una gran capacidad; apenas daba fuerza para unas 25 lámparas de las llamadas de carbón.
Aportó el capital que se invertía en la obra el ya citado empresario Mr. Minor Keith, e instaló la planta el ingeniero don Manuel Dengo, quien con gran empeño había seguido el curso del progreso eléctrico desde que de él se tuvo noticia en Costa Rica. Le auxilió en el trabajo don Luis Batres. Reproducimos una fotografía del edificio en donde se instaló el primer dinamo, tras el Molino Victoria, aprovechando para impulsar la turbina el sobrante del agua de la cañería.