A puntes 311 «No se nace tuberculoso, sino que se adquiere la enfermedad. La tuberculosis deja, bruscamente, de ser hereditaria para convertirse en contagiosa. Con uua expresión vaga la de predisposición hereditaria se calman los escrúpulos de quienes todavía piensan en la herencia tuberculosa. Koch descubre luego su famoso bacilo y el mundo entero le emprende furibunda guerra a muerte. Pero el enemigo no ha sido derrotado; todo lo contrario, como que se refuerza.
Siempre hemos afirmado que la profilaxis de la tuberculosis se reduce a proteger al sano, aislar ai enfermo y atacar al bacilo, pero si Lumiére está en lo cierto, habrá que buscar otros medios, además, para librarnos de la peste blanca.
Sea hereditaria o no, la tuberculosis es, a su debido tiempo, una enfermedad completamente curable, hoy día que contamos con valiosos medios para reconocerla y tratarla: microscopio, rayos X, cuti reacciones, cirugía torácica, rayos ultra violetas, agentes terapéuticos, sanatorios, clinicas infantiles, dispensarios, colonias veraniegas, educación física, deporte, etc.
Con respecto a la sífilis y al alcoholismo, se puede asegurar que se transmiten por herencia indefinida y son causa de la degeneración de la es.
pecie y de la gran mortalidud infantil; el número de niños nacidos muertos, deformes o prematuramente, por esas causas, es crecido.
No hay exageración alguna al afirmar que somos la resultante de las particularidades que distinguen a nuestros progenitores. De ellos recibimos, por herencia, y de acuerdo con el mendelismo, todos los caracteres físicos de su propio organismo, como son el color, la estatura, el timbre de la voz, la manera