298 puntes formaba tal armonia, que todo a un golpe creado, y uno para otro inventado por el Señor parecía.
Cambió la situación: Pronto sonó, enhoramala, la maldita generala de alarma y revolución.
Todos mis conciudadanos gozaron de su derecho de ir a atajar con el pecho las balas de sus hermanos.
Vi a mis pobres campesinos cambiados en dragonazos aprendiendo a machetazos los fueros neogranadinos; a su lado en la pelea las heroicas voluntarias esas dulces pasionarias de la danzante asamblea.
Entonces, entre el chischás de la lanza y el trabuco, del infalible bambuco vi el poder una vez más.
Desde el gentil bogotano, que aun al morir suelta un chiste, hasta el indio humilde y triste que no abrió el catón cristiano, Llegado el momento crítico de embestir al contendor, entran con todo el fervor de un «adversario político. en ese truco y retruco triunfa el primero que manda a su respectiva banda. Muchachos, rompa el bambuco. Tal se escarnece irrisoria nuestra fratricida holganza: matarnos a són de danza, sin causa alguna y sin gloria.